lunes, mayo 11, 2009

Viendo las cosas con diferentes ojos

Ayer llegó a alojar a mi casa Joerg, un suizo que lleva dos años viajando por Latinoamérica. Trabajó 6 años en Suiza juntando dinero, quiso cambiar de ambiente, vendió todas sus cosas y partió.

Después de conversar un rato nos juntamos con una pareja de ingleses que él había conocido en el hostal en el que se quedó viernes y sábado. Ambos muy simpáticos, llevaban 5 meses viajando, si no me equivoco, por Asia, Australia y ahora Sudamérica. Lástima que andaban con un calendario ajustado porque se tenían que juntar con la hermana de ella (y cuñada de él) en Argentina, y estuvieron solo unos cuantos días en Santiago y ni a Valparaíso pudieron ir.

Dave (el inglés) tenía sus ojos de distinto color, no quise preguntar detalles, pero hoy averigüé que es una condición llamada Heterochromia, y que es genética, pero también puede producirse por accidentes. La otra opción es que fuese un ojo prostético, pero no me pareció así. Dudo que haya usado un lente de contacto de otro color, no era del tipo gótico…

Fuimos a comer y tomar algo al barrio Bellavista, traté de encontrar un bar en particular al que fuimos una vez y que era bien ameno, pero no lo encontré, así que terminamos en cualquier otra cosa, sin ninguna onda. Pero eso da lo mismo, lo relevante (además de conocer gente buena onda que me dejó invitado a comer a su casa cuando vaya a Londres) es notar como cosas que para uno son bastante triviales les llaman la atención. Se sorprendieron con las sillas que habían en la facultad de Derecho de la Universidad de Chile a modo de barricada, allá parece que no tienen paros universitarios. Me sentí medio tercermundista cuando comentaba que es algo que pasa todos los años, y casi una costumbre…

También les llamaba la atención los perros que aparecían de noche y seguían a la gente, y Lisa se los quería llevar todos para su casa. Les comenté que en Valparaíso hay muchos más... También comentaban como los horarios de salir a carretear son totalmente distintos.

Hay muchas cosas propias nuestras que no notamos por estar tan acostumbrados a ellas, y hace falta gente de afuera para que las veamos. Curiosidad: no conocían los palmitos.

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