Este fue un fin de semana agitado para mí. O quizás no tan agitado, ya que la mayor parte del tiempo estuve parado o sentado en un mismo lugar, pero eso me dejó para la cagada.
Primero, el Viernes fui a ver a A-Ha a galería, puesto que no alcancé a comprar algo mejor. Por ende, tuve que salir del trabajo, cambiarme de ropa y partir al tiro a Viña, mientras Lili hacía cola para no quedar demasiado lejos. Lo bueno de la quinta es que desde cualquier lado se ve bien, el problema es la incomodidad de las galerías de cemento.
Estuvo entretenido A-Ha, aunque en momentos la voz no se escuchaba mucho. Al parecer durante todo el festival han tenido esos problemas, pero no me molesta demasiado porque por lo que comentaban en la tele se escuchaba re bien y ha perdido la voz el tipo, así que mejor conservar la ilusión. Luego vinieron los Tigres del norte, a los que nadie pescó, salvo una pobre niñita a la que le tiraban papeles para que bajara su cartel; Javier Estrada, que se llevó todas las pifias; y José Sabala, al que yo quería ver pero dada la hora y los espacios entre imitaciones no logró despegar nunca; terminando con Chancho en Piedra, cosa que toda la galería esperaba. Me sorprendí de la cantidad de fanáticos, y me dio la impresión que el fuerte eran gente menor de 20, porque si no no me lo explico: los tipos son divertidos pero cantan mal.
El sábado volvimos a Santiago como a las 7. Lili fue al estadio para ver por donde se entraría al día siguiente, y para averiguar desde que hora se podía estar y esas cosas mientras yo tranquilo en mi casa veía un capítulo de Millennium. Cerca de las 9 recibo una llamada de Lili: Vente al tiro para acá, nos quedamos a alojar. Después se calmó un poco el asunto y me explicó más: un carabinero le dijo que estaban dando número para entrar al Golden Cirlce y nos iban a dejar entrar al estadio como a las 12 para dormir adentro en un lugar especialmente habilitado, y tendríamos baños y todo, para que luego a la mañana siguiente, a eso de las 7, nos pasaran a la cancha. Lili logró conseguirme un número así que pudimos movernos más tranquilos, ir a su casa a buscar algunas cosas y eso.
A las 11 estábamos parados en la cola, yo con el número 404. A las 12 seguíamos ahí. Se nos pidió que nos ordenáramos para poder entrar sin caos, y luego de cómo 2 horas, estábamos todos en filas de a 1 (a esa altura deben haber habido como 1500 personas). Pero no entramos. Los rumores de las razones incluían:
a) La intendenta no quiso levantarse a dar el permiso para que entráramos.
b) No había llegado el detector de metales.
c) Era todo una gran broma y alguien lo estaba pasando condenadamente bien (a pesar de también estar a la intemperie con nosotros).
d) Fue todo un asunto creado por fans que pensaron que si estaban ahí los iban a tener que dejar entrar.
Finalmente nos hicimos la idea de tener que esperar, y tratamos de dormir un poco. Hicimos algunos amigos, como 400, 409 (que estudiaba en el mismo campus de Lili), 401 y 398. Dimos unas vueltas para preguntar en que estaban las cosas (nadie sabía nada) y hasta donde llegaba la cola (no alcanzamos a llegar al final). Nos encontramos con Barner que había llegado igual que nosotros pero más tarde, y cada vez que lográbamos pegar el ojo un rato alguien decía que estaban entrando, se empezaban a parar, nos parábamos nosotros y a los 5 minutos sabíamos que no era verdad. Finalmente entramos a las 8 de la mañana, cuando ya estábamos a punto de irnos y volver como a las 2, seguros que no íbamos a tener ningún trato especial (salvo entrar al golden circle por ser de los primeros).
Adentro la cosa mejoró: los baños aún estaban inmaculados (y me apresuré a usarlos), teníamos cholguán (casi un colchón) y había pastito. Además, ya estábamos seguros de que estaríamos al lado de U2.
Nuevamente, cuando habíamos logrado dormir nos levantó la señal de que empezábamos a movernos a cancha, ya que el rumor decía que nos iban a pasar antes de la prueba de sonido. No fue así, pero la escuchamos desde el velódromo. Nos tendimos en el pasto y usamos los cholguanes para cubrirnos del sol. Luego tuvimos que formarnos (ya eran las 12:30, por lo que era más creíble que empezaríamos a movernos, porque teníamos que entrar antes que los demás, que entraban a las 2) y el sol empezó a molestar de más. No había llevado bloqueador, y ya no aguantaba estar con chaleco. Por suerte, y siguiendo lo que mi PDA había predicho, se nubló y ese no fue un problema (aunque aún así me quemé los brazos no poco).
Finalmente como a las 2 pasamos al círculo dorado. Nos instalamos al lado del borde del escenario, donde ponen la batería y donde le gusta ir a cantar a Bono. Pero luego el cuerpo hizo el llamado: quería ir al baño (y Lili quería una polera de U2 que estaban vendiendo al lado del baño), así que salimos.
Todo bien hasta ahí, pero a la vuelta el Golden se había llenado, o al menos había mucha más gente, y no eran muy amables y no nos querían dejar pasar. Había un idiota que por más que le dijéramos que teníamos todas nuestras cosas allá (lo que era verdad, porque al estar al lado de la reja pudimos dejar lo que llevábamos bajo resguardo) o que teníamos números que corroboraban que estábamos mucho más adelante (el tenía como el 1600 o más, creo). Luego de una buena discusión, y apoyado por gente que decía que nos dejaran pasar tanto por nuestros números como para que saliéramos de ahí, porque nuestra intención no era quedarnos molestando frente al gil, sino que avanzar hacia nuestra posición original, logramos llegar. Obviamente ya no teníamos donde sentarnos, pero tal como el agua nos perjudicó antes nos ayudó ahora, porque a otros les dio ganas de ir al baño. Increíblemente todos lograron volver, pero siempre diciendo “Nunca más, nunca más”. De más está decir que de ahí en adelante no tomé más agua hasta que partió el concierto.
Ahí en cancha me encontré con Arthur (Corey Feldman) y una idiota de mi colegio que no fue capaz de saludarme a pesar de haber pololeado con un compañero mío (¿o quizás por eso mismo?), que venían en el mismo grupo. No sé como se pasaron las horas, pero cuando quedaban pocos minutos para las 8 partió Franz Ferdinand. Sencillamente espectaculares, me encantaron. “Supongo que U2 será más o menos lo mismo”, me dije, pero me equivoqué.
Lo de Franz fue un concierto, un recital, tal vez. Cuatro giles cantando y tocando música (muy bien) y moviendo al estadio, dos cámaras filmándolos (a mano) y nada más. No juegos de luces, no efectos especiales, no discursos preparados y coreografías sabidas de memoria. Era ver gente disfrutando con lo que hacían.
Lo de U2 fue un espectáculo, todo lo contrario. Cosas pauteadas, gestos que podemos ver en el DVD que se repiten una y otra vez, humo, luces y de todo para causar impresión y sensación, para no dejar a nadie indiferente. Y lo logra claramente.
Estuvimos al lado de Bono cuando partió con su chaqueta chilena. A 5 metros. Pero donde estábamos era donde todos querían estar, por lo que no teníamos espacio y el calor (y la presión) era inaguantable. No queriendo permanecer ahí tampoco, y casi sin darnos cuenta, entre salto y salto de canción terminamos más atrás, donde teníamos espacio suficiente (no tenía un gil soplándome la nuca) y se veía bastante bien, aun super cerca.
Sin embargo la opción vino después, cuando bono fue al extremo izquierdo y todos se apiñaron allá. ¿Resultado? Se despejó todo hacia el centro y avanzamos hacia delante hasta quedar frente al escenario a una distancia que nos permitía ver muy bien tanto la plaza principal de la banda como sus mangas, a la vez que teníamos espacio para respirar y nadie nos apretaba. Ahí nos quedamos hasta el final.
Los comentarios de lo que hizo y no hizo los pueden leer en las noticias. Yo solo les digo que a esa altura mi cabeza se había olvidado de las 24 horas anteriores, y que lo estaba pasando la raja, pero mi cuerpo aún se acordaba y ya no daba más, no podía saltar, y cuando terminó, al momento de salir, caminaba como geisha y me dolían hasta las plantas de los pies (pasando por la espalda, riñones, culo y piernas).
Llegué a mi casa a la 1:30 app (luego de una odisea para tomar taxi que incluyó tomar primero micro que nos llevar hasta donde hubieran taxis y compartirlo con un alemán) y caí raja.
Valió la pena. Creo que de haber estado simplemente en cancha me hubiese sentido como las weas de pagar lo que pagué por la entrada. Ahora da lo mismo que durmiera como indigente (aunque todavía tengo los efectos secundarios), pero el vivir el concierto desde ahí es impagable, y probablemente ningún otro al que vaya va a lograr compararse (porque no sé si esperaría toda una noche por alguien más).
Y eso es todo por ahora. Detalles pueden pedir después.
Uff! Casi me olvidaba!
Creo que los lentes y el gorro de esa foto soy yo. Que bueno que haya una prueba...
lunes, febrero 27, 2006
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